La enfermedad de Parkinson (EP) es el segundo trastorno neurodegenerativo más prevalente, y su detección temprana es crucial para un manejo eficaz. Los médicos de Atención Primaria están en una posición privilegiada para identificar síntomas iniciales, tanto motores como no motores, gracias a su contacto continuo con los pacientes.
La prevalencia de la EP varía, influenciada por factores genéticos y ambientales. Los criterios diagnósticos incluyen bradicinesia, rigidez y temblor en reposo, además de la exclusión de otros parkinsonismos. El tratamiento de la EP combina intervenciones farmacológicas y no farmacológicas. Los medicamentos, como la levodopa y los agonistas dopaminérgicos, son fundamentales para controlar los síntomas motores. Además, se promueve la educación del paciente, el apoyo psicológico y la actividad física regular para mejorar la calidad de vida. La coordinación con neurología es esencial para ajustar tratamientos y asegurar un manejo adecuado, mientras que el apoyo a cuidadores es crucial para el bienestar del paciente.
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