A pesar del consenso existente sobre la necesidad de mantener los niveles de HbA1c tan próximos a la normalidad como sea posible, este objetivo es difícil de conseguir en la mitad de los pacientes. La naturaleza progresiva de la enfermedad, pero también la falta de adherencia de los pacientes y la inercia de los profesionales contribuyen a esta situación.
La inercia terapéutica, es decir el retraso en la intensificación del tratamiento cuando no se consiguen los objetivos, puede afectar a un 25-50 % de los pacientes con mal control glucémico. La intensificación se produce tras varios años con mal control y con valores de HbA1c muy por encima de los objetivos recomendados por las guías de práctica clínica y documentos de consenso.
Este retraso puede aumentar el riesgo de complicaciones crónicas, afectar a la calidad de vida de los pacientes y, finalmente, aumentar el consumo de recursos sanitarios. Utilizando modelos matemáticos se ha observado que, en nuestro medio, la intensificación con valores de HbA1c del 7%, en vez del 8,4%, comportaría reducciones a largo plazo en el número de complicaciones y los costes asociados.
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